martes, 8 de junio de 2010

Libros leídos 2010 - 21

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Libros 1 al 20
21- Un artista del mundo flotante - Kazuo Ishiguro



Siguiendo con mi aproximación a los autores japoneses en esta ocasión el elegido ha sido Kazuo Ishiguro. Escritor japones afincado en Inglaterra del que ya había leído dos novelas que, en su momento, comenté en el blog.

La particularidad de "Un artista del mundo flotante" (1986) es que está ambientada en Japón, cuando en las otras dos novelas que había leído de él "Los restos del día" (1989) y la más conocida de todas "Nunca me abandones" (2005)los hechos narrados transcurren en Inglaterra.

Ishiguro es un escritor un tanto lento en el desarrollo de una historia, pero, en cuanto avanzas un trecho en la lectura de sus novelas (con cierta desgana en ocasiones)te das cuenta de que ha sabido tejer una historia de forma tan sútil que te termina cautivando. Esto evidentemente es una opinión mía muy subjetiva.

Un artista del mundo flotante es un retrato del Japón previo a la Segunda Guerra Mundial y de la dura posguerra. Abarca las décadas de los treinta y los cuarenta, reflejando la floreciente (y pobre también) sociedad previa a la guerra.

Para narrarnos todos estos hechos la técnica utilizada es la narración en primera persona. En concreto la novela gira en torno a un famoso pintor retirado, el Sensei Masuji Ono, un hombre justo y honesto consigo mismo y con los demás.

Ishiguro nos muestra la relación de Ono con sus hijas Setsuko y Noriko y su nieto Ichiro así como con sus discípulos y amigos. Relaciones muy comedidas y basadas en un extremo respeto. En realidad se trata más bien de una "no relación" ya que nunca expresan claramente sus pensamientos y/o sentimientos lo que puede dar lugar a malentendidos.

A un nivel más general se puede ver que Ishiguro utiliza a esta familia para hacer un retrato del Japón perdedor de posguerra, en el que muchas heridas y resentimientos no quedaron bien cerrados. Conoceremos el enfado y vergúenza de los japoneses hacia sí mismos y hacia una parte de su sociedad. Básicamente se trata de un conflicto generacional entre dos formas diferentes de entender Japón. En el que los jóvenes acusan a sus mayores por haber permitido que sucediera la guerra. Refleja la imagen de un pais que busca su identidad y un camino que seguir.



Uno de los problemas que se ve es el apego al honor que les hace ser (a los japoneses) insinceros en ocsiones consigo mismos, por culpa de prejuicios y costumbres extendidas entre su cultura.

El libro tiene mucha fuerza y hay partes, como el miai de Noriko, en las que parece que el lector forme parte de la reunión y que a mí me gustaron especialmente.

En definitiva se trata de una buena novela, tal vez algo lenta, que además de contarnos una bonita historia, permite llegar a conocer mejor una época de la sociedad japonesa que a mí me interesa particularmente.



Estos son algunos fragmentos que me han llamado la atención:

"—Pues me parece excesivo —dije—. Por lo visto el mundo se ha vuelto loco. Esta misma noticia se oye actualmente a diario. Gente que se quita la vida para pedir perdón. Pero dígame, señor Miyake, ¿no cree usted que es una lástima? Si su país está en guerra, lo normal es hacer lo posible por defenderlo. Para mí no es ninguna vergüenza. ¿Qué necesidad hay de matarse para pedir perdón?
—Tiene usted toda la razón, pero, para serle sincero, de algún modo nuestra empresa se siente más tranquila en estos momentos. Ahora ya podemos olvidar los errores que cometimos en el pasado y pensar en el futuro. Lo que ha hecho nuestro presidente es admirable."

"En aquella época los tontos no molestaban a nadie. En cambio, ahora a la gente le da por pegarles. Es posible que ya no gusten sus canciones y sus discursos, pero lo cierto es que se trata de la misma gente que antes le acariciaba la cabeza y le animaba a aprenderse de memoria esas pocas estrofas."

"Por lo tanto, no creo estar exagerando los méritos de mi época de juventud haciéndoles ver que mi modo de comportarme aquel día fue la manifestación de una cualidad que terminaría por convertirme en un hombre muy respetado, a saber, mi capacidad para pensar y juzgar por mí mismo, aunque ello implicase enfrentarme con los demás."

"A menudo, al volver de la oficina a casa, Noriko hacía comentarios como: «¿Qué ha estado haciendo hoy, padre? Se ha pasado el día de mal humor, supongo.» Pero lo cierto es que, en vez de estar «de mal humor», me había pasado el día intentando asegurar el buen resultado de las indagaciones matrimoniales. Pero dado que por aquella época consideraba importante no agobiarla hablándole del tema, le comentaba muy por encima lo que había hecho, dejándola que siguiera con sus indirectas. Visto ahora, me doy cuenta de que el hecho de no hablar abiertamente de muchas cosas ponía a Noriko aún más tensa, y, si me hubiese mostrado más sincero, quizá nos hubiésemos ahorrado muchas de las desagradables conversaciones que mantuvimos por aquellos días."

"Dicho esto, debo decir que me cuesta comprender cómo un hombre que se respeta a sí mismo puede evitar durante mucho tiempo la responsabilidad de las acciones cometidas. Aunque no sea fácil, reconciliarse con los errores que hayamos podido cometer a lo largo de nuestra vida siempre produce satisfacción y orgullo. Mucho más si se trata de errores que cometimos de buena fe. Lo que de verdad es vergonzoso es no poder o no querer reconocerlos."

"No obstante, cada vez que paseo por el parque de Kawabe, pienso en Sugimura y en su proyecto, y debo confesar que empiezo a admirarle: un hombre que aspira a destacarse sobre todos los demás, a dejar a un lado la mediocridad y llegar a ser alguien, merece que se lo admire aunque al final fracase y su ambición lo deje en la ruina. Y no creo que Sugimura muriera desgraciado. Su fracaso fue muy diferente de los deshonrosos fracasos de la mayoría de la gente, y un hombre como él tenía que saberlo. Después de todo, es un consuelo y una gran satisfacción mirar hacia atrás y ver que sólo hemos fracasado en algo que otras personas no han pensado ni intentado llevar a cabo."

"Lo mejor en la vida, me decía siempre, se vive una noche y desaparece con el día. Ono, eso que la gente llama el mundo flotante, es un mundo que Gisaburo sabía apreciar muy bien."

"Pero dígame, ¿no cree usted que a veces nos apresuramos demasiado en copiar a los americanos? Yo soy el primero que piensa que muchas de nuestras antiguas costumbres hay que hacerlas desaparecer para siempre, pero... ¿no cree que a veces junto a lo malo nos deshacemos también de cosas buenas? La verdad es que en este momento Japón parece un niño que aprendiera de un adulto extranjero."

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